Aprendí que el tiempo te apremia con experiencias.
Que las experiencias son fructíferas, ya que no son solo para sufrirlas, y corríjanme si me equivoco, pero cada vez que recuerdo algo o alguien no recuerdo cada día que sufrí si no cada día que lo disfruté, y aunque muchas veces se disfrute tanto como se sufre, o más aún, el recuerdo que queda grabado es cada momento de alegría que viviste, y no cuantas horas por día lloraste.
Aprendí que no todo se encuentra en un libro de historia o matemáticas, no vas a aprender a vivir de la logarítmica o vas a ser mejor por saber que los británicos eran en realidad los ingleses y los criollos eran los españoles.
Aprendí a esperar, y a mantener la calma.
Aprendí que aprender a ser feliz, no acarrea una suma de momentos eternamente felices, que acarrea paciencia, dedicación y creo que ganas por sobre todas las cosas.
¿Qué más aprendí? ... A cumplir metas inesperadas, a fijar objetivos prometedores, y dejar de lado lo promiscuo.
Para las adolescentes y no tanto, aprendí que no todo en la vida son los hombres, que de ellos hay miles, ¿qué digo miles? MILLONES, cada uno esperando por nosotras, aunque suene un poco ególatra o engreída, que no hay que dejar pasar un solo día, porque nunca sabemos cuando puede ser el último, y creo que ninguna quiere en el cielo o el infierno una lista de metas no cumplidas.
Aprendí de los logros y de los fracasos, son tan placenteros unos como los otros, uno te lleva a la felicidad de la certeza y el otro te indica el camino que el día de mañana vas a convertir en certeza. Algo así como una experiencia y me remito al principio.
Aprendí que por suerte algo se, pero por suerte me queda mucho más por aprender.
Aprendí a cerrarle las puertas a lo negativo, y abrírselas a lo positivo, o fantasía, llámenlo como gusten, pero les aseguro que no hay vitalidad que se sienta más fresca que ir por algún camino, antes de quedarte estancado en el medio de la nada, porque lo negativo consta en eso, en dejarte fuera de tu alcance la salida que tal vez está frente a tus ojos.
Aprendí que quiero seguir aprendiendo ...
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